1
Miguel Ortiz, ex dibujante de Condorito.
2
Esta fotografía de Pepo, René Ríos, fue distribuida a los
periodistas acompañada del primer número de Condorito el día del
lanzamiento. (Fotografía de Enrique Aracena Pérez, Premio Nacional
de Periodismo, mención Fotografía).
3
Este es el número 1 de Condorito, que fue entregado a la prensa en
esa oportunidad.
El
primer año de “Condorito”
By
Miguel Ortiz
Años
ha, mientras estaba trabajando en Zig Zag como ayudante de Themo
Lobos, por el pasillo del segundo piso, donde funcionaba el
Departamento de Historietas, pasaba Pepo temprano, todos los días a
su oficina. Era muy madrugador.
En
ese tiempo, la revista Okey vendía 100.000 ejemplares semanales, por
lo que era una -junto con El Peneca, predilecta de los niños- de las
que mayor tiraje tenía y, por supuesto, vendía. Sorpresivamente
empezó a bajar su venta y cuando llegó a una cifra de “solo”
60.000 ejemplares, la empresa decidió cerrarla para siempre. (En
estos momentos, no hay ninguna que alcance esa cifra). En Okey se
publicaba una página de Condorito, y muchos decían que la gente
compraba la revista por el personaje de Pepo.
Causa
de la baja de tiraje fue que a Chile empezaran a llegar las revistas
de historietas americanas impresas en español por editorial Novaro
de México. Los títulos eran: El Llanero Solitario, Tarzán, La
Pequeña Lulú, El Conejo de la Suerte, Tom y Jerry, El Pato Loco,
Flash Gordon, El Príncipe Valiente, etc. La razón fue que todas las
historietas eran completas, terminaban en las 34 páginas, impresas
en papel periódico con tapas en papel couché, todo a cuatro
colores. En cambio, las revistas chilenas eran en papel periódico a
un color y cada historia de una página era con “continuará”. O
sea, el lector quedaba cautivo…
En
la empresa, simultáneamente, se hacía fuerte el rumor de que Pepo
estaba haciendo una revista “bomba”. Los periodistas y los
dibujantes interrogaban a los júniores y a los aseadores sobre ello,
pero no había forma de saber el secreto. A Pepo le encantaba la
revolución que se formó en torno a la nueva revista, pero siguió
manteniendo en absoluta reserva su proyecto.
La
verdad es que yo tenía tanto trabajo que no me alcanzaba el tiempo
para meterme a conversar sobre el tema al paso que algunos
especulaban con que la revista sería de un formato especial y súper
moderna.
Un
día pasó Pepo por el lugar que ocupábamos Themo y yo (Las oficinas
eran de espacios abiertos, menos la de Pepo y Disney Producción, que
dirigía Elisa Serrano). Pepo me dijo “sigue trabajando tranquilo”.
En ese minuto yo estaba dibujando una página de chistes. La
presencia del maestro me hizo transpirar de puros nervios, pero se
despidió muy amable diciéndome “nos veremos pronto”. En la
tarde, antes de irme a casa apareció nuestro colega Nato (Renato
Andrade), quien me dijo: “Vengo de parte de Pepo: te invita a comer
al “Nuria” unas hamburguesas y un vino Gato Negro”. Luego
agregó: “Van a ir Ric, Pepo, yo y tú.
¡Te
conviene!”, (El restaurante “Nuria” era uno de los más
elegantes de la época).
Cuando
estábamos tomando un bajativo, Pepo me dijo: “Miguel, quiero que
seas parte de mi equipo. Pienso sacar la revista Condorito en un
formato de 21 de ancho x 28 cm alto y con cien páginas. No estoy muy
seguro si la publicaré mensual o bimensual, eso dependerá de la
respuesta del público, ¿Qué te parece? Yo le dije que me parecía
súper bien, pero estaba trabajando con Themo Lobos. Pero replicó:
“Lo sé, Miguel, pero la idea es que me hagas unas cuantas páginas
al mes a lápiz. Ric le pasará tinta”. Le contesté: “en ese
caso acepto”. Entonces Pepo me citó a una reunión creativa de la
revista para el día lunes de la semana siguiente a las 9 de la
mañana. Le dije que iría pero como a las 10.30 me iría, pues tenía
que despachar al taller “Rocket”, una revista de ciencia ficción
de Themo.
Se
despidió con un “bueno, haré dos reuniones: una a las nueve con
los que ya están trabajando y otra, donde estarás tú y la otra
parte del equipo”.
Ese
lunes estuve puntual a la hora convenida. La secretaria me llevó al
salón del Directorio. Pepo me saludó y me presentó a Mario Igor,
Adolfo Urtiaga (dibujante argentino, quien estaba dibujando para
Dante Quinterno a Patoruzito, otro personaje célebre de esos años),
Ricardo Gonzalez (Ric, dibujante entintador), Nato (dibujante enlace
y diagramador), y, por supuesto, al guionista Osvaldo Muñoz Romero
(Osmur), Pepo nos explicó que quería mantener el vocabulario
popular, pero que no aceptaba que en la publicación se cayera en la
grosería y los chistes de doble sentido.
Todos
tomamos nota de la reunión y se acordó realizar quincenalmente
reuniones similares para aportar chistes e ideas graciosas, a las
cuales el guionista le daba forma y eran repartidas a los dibujantes
por Nato.
Pepo
se enojaba cuando un dibujante hacía alguna gracia sobre el
personaje y lo reprendía en plena reunión, pero era un tipo de gran
corazón y antes de empezar la reunión siguiente pedía perdón al
dibujante y al resto de los asistentes, Pepo era un tipo que quería
a todos sus colaboradores. La secretaria, por encargo de él, anotaba
el día de los cumpleaños para enviarles un regalo y lo mismo hacía
para el día de la Navidad.
La
verdad es que todos nos sentíamos como un equipo familiar. Pasaron
los meses y Pepo estaba feliz. Ya teníamos la cantidad de ejemplares
de adelanto que el taller nos exigía para partir con el numero “0”
y ver los defectos que la publicación pudiera tener, Hasta que nos
dijo un día que tendría una reunión con el gerente general Ignacio
Cousiño y Guillermo Canals para partir con su “gran aventura”
como él llamó a la aparición de “Condorito”.
Antes
que apareciera “Condorito”, Pepo con otro equipo de dibujantes
sacó en forma paralela “Can Can”, una revista de humor para
adultos pero sin ningún tipo de groserías, no era censurable. Pepo
nos dijo que si nosotros queríamos colaborar en ella, lo podíamos
hacer. Yo estuve un tiempo aportando con chistes. Esta revista la
hizo con fines de distracción para sorprender a los medios de
comunicación antes del lanzamiento de “Condorito”, Pepo tenía
un gran sentido publicitario (Experiencia que adquirió cuando por
intermedio del departamento de Publicidad de Zig Zag trabajó para la
Polla Chilena de Beneficencia).
Llegó
el día D. Todos estábamos expectantes. Se hizo un cóctel para la
prensa y a los periodistas les regalaron el Condorito N° 1 con una
fotografía de Pepo mostrando el personaje. Al día siguiente salió
en todas las revistas de Zig Zag un gran reportaje sobre la nueva
publicación de Pepo. En resumen, se vendieron 200.000 ejemplares.
Ignacio Cousiño felicitó a Pepo y a los dibujantes, además nos
dijo que la editorial iba a exportar cómics chilenos a todos los
países de habla hispana, cosa que se hizo en esa época.
Pepo
no era un dibujante envidioso: siempre ayudó a los colegas nuevos a
corregir algunos errores para poder incorporarlos a la empresa. En
Chile, hubo un momento en que varios tuvimos que salir del país por
alguna razón. Pepo no fue ajeno a eso. Cuando regresé a Chile, él
también lo hizo. Venía retornando definitivamente de Miami,
E.E.U.U., y casualmente llegamos juntos, si bien yo lo hacía desde
Caracas, Venezuela. En el aeropuerto me dijo que siempre se
preguntaba: ¿Habrá dibujantes de cómics en Chile? Yo le dije que a
mí me pasaba lo mismo. Quedamos en juntarnos, y lo hicimos en varias
oportunidades para ver qué podíamos hacer por las nuevas
generaciones.
Han
pasado muchos años y me siento feliz de haber conocido a Pepo, de
haber gozado de su amistad y de haber participado en sus proyectos.
Sobre todo en “Condorito”, personaje conocido en toda América y
de eterna vigencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario