Foto 1: Condorito cumplió 70 años. Foto 2: Miguel Ortiz.
Foto 3:Amanda Boettiger con René Ríos Boettiger (Pepo)
cuando era estudante de Medicina en la U. de Chile.
Foto 4:Un dibujo hecho por JORCAR donde muestra a PEPO
rodeado por los dibujantes de ZIG ZAG.
MIS CONVERSACIONES
CON PEPO EN ZIG
ZAG
Por Miguel Ortiz (Dibujante de
Condorito en Zig Zag)
Ilustraciones por Jorge Carvallo
(JORCAR)
Pepo en un principio pensó
que la revista no duraría más
de tres años. Nos dijo que
posiblemente la gente se
cansaría de los chistes.
Al poco tiempo de estar trabajando en
la revista Condorito, Pepo me llamó y me dijo: “Te invito a caminar unas cuadras y a tomar
un rico chocolate con pasteles que hay en un lugar cercano al otro
lado del Mapocho”. “Ok” le dije, y salimos a dar el paseo que
Pepo hacia normalmente tipo 16 horas.
En el trayecto me explicó que con los
años las piernas se atrofian debido al tiempo que llevas sentado.
“Normalmente a esta rutina me acompaña Nato (Renato Andrade)”.
Fue en una de estas caminatas, donde me
contó cómo se hizo dibujante. Pepo, René Ríos Boettiger, nació
en Concepción, el 15 de diciembre de 1911. Estudió tres años
Medicina, carrera que abandonó por su interés por el cómic.
Llegamos al café, era una casa vieja
estilo alemán, atendida por sus dueños, un matrimonio de ancianos
alemanes, que estaban solos, pero el chocolate y los pasteles los
preparaban muy bien.
Fue en uno de esos paseos, que Pepo nos
contaba a Ric, Ricardo González, y a mí, que el sueño de su padre
era que fuera médico igual que él. Una de las cosas que él hizo,
como travesura, era ver cómo su padre atendía a sus pacientes: para
ello se escondía tras las cortinas que cubrían de pared a pared el
estudio que su padre tenía en casa. Después jugaba con sus
amiguitos al doctor.
Su interés por el dibujo lo tuvo a muy
temprana edad. El papá lo veía como una entretención momentánea,
ya que él soñaba en verlo como médico, pero indirectamente le
fomentaba el vicio. Así se suscribió a la revista Topaze, semanario
satírico con contenido político, y la dejaba en lugares visibles
para que el joven Pepo la viera.
En una oportunidad, cuando faltaba como
un mes para su cumpleaños, el papá lo llamó y le dijo: “Hijo,
quiero celebrar tu cumpleaños en grande. Invita a tus amiguitos del
barrio y a todo tu curso a la mejor confitería de Concepción”.
Pepo llevó a los muchachos a la confitería que le indicó su papá
y cuando llegó al lugar, dice que los amiguitos lo recibieron con un
gran aplauso. Su padre había enviado a enmarcar como 40 dibujos
suyos, a él se le entró el habla, se sintió tan emocionado que
visitó varias veces la exposición, luego abrazó a su papá. Fue un
regalo inolvidable, tenía 11 años, y ya publicaba dibujos en el
diario El Sur de Concepción.
En otra oportunidad pensó tener una
revista y la hizo en el formato de la revista Topaze, pero la
mantenía guardada. Al año siguiente se le perdió la carpeta en la
que tenía los originales de su revista. Me contó que se sintió
furioso, porque pensó que le serviría más adelante como muestra.
Nuevamente, para el cumpleaños siguiente fue con sus amigos a la
misma confitería pero la exposición no estaba. Cuando tomaba once,
un mensajero interrumpió y preguntó por Pepo, esta vez la emoción
fue muy superior a la anterior. El paquete que le entregó el
mensajero fue mejor que los cuadros: esta vez eran 100 ejemplares de
su revista. Ahora tenía 12 años.
Cuando Pepo creó a
Condorito, jamás pensó que
su personaje se transformaría en
nuestro segundo símbolo pátrio.
Más adelante, Pepo entró a estudiar
Medicina. Por su habilidad era el encargado del diario mural de la
facultad, el que llenaba de caricaturas. Un día sus amigos de la
escuela de Medicina le dijeron que por qué no llevaba sus dibujos a
la revista Topaze. Pepo preparó un portafolio y lo llevó a Zig Zag.
Se presentó al director de Topaze, Jorge Délano (Coke), quien al
ver los dibujos le dijo: “Si te quedas ahora aquí, te contrato”.
Pepo se quedó: el cómic era su camino. Sus padres vinieron a
Santiago a verlo y el encuentro fue muy emotivo, Pepo abrazó a su
padre y le dijo: “Lo intenté”. “Siempre lo supe hijo, trata de
ser el mejor”.
En 1942 sucede un acontecimiento muy
importante para los dibujantes chilenos y público en general: Llega
a Chile Walt Disney en persona, en una gira de buena voluntad, que
hizo por América del Sur, no entraré en detalles sobre el objetivo
del viaje, pero tuvo una amplia repercusión en nuestro país ya que
el había estrenado con mucho éxito la película Blanca Nieves y los
siete enanitos.
La Embajada de los Estados Unidos le
pidió a Jorge Délano (Coke) que hiciera de anfitrión, ya que él
tenía doble nacionalidad chileno-norteamericana: su tío era
Franklin Delano Roosevelt.
El tema es que Disney invitó a todos
los dibujantes de esa época a la premier de Los Tres Caballeros,
que traía un corto al final que se llamaba Saludos a Chile.
Antes de que terminara la película,
Pepo abandonó muy molesto la sala porque el personaje que
representaba a Chile era un pequeño avioncito que cruza la
cordillera desde Mendoza con una carta dirigida a Coke. El avión se
llamaba Pedrito. Pepo decía que aquí no se fabrican aviones, por
eso un día se encerró en su estudio y creo lo que es hoy “un
segundo símbolo patrio”: Condorito.
Pepo nos contaba que tuvo varios años
archivada la carpeta con Condorito hasta que un día lo llama Félix
López, director de la revista Don Fausto, para encomendarle una
página de chistes para una revista que estaba a punto de lanzarse.
Se llamaba Okey. Pepo así vio la
oportunidad de lanzar a Condorito, personaje que al principio tenía
más traza de ave, pero que con el tiempo se fue humanizando.
Han pasado muchos años. Siempre
recordaré al tipo bonachón y buen amigo que fue Pepo y que además
me puso a trabajar en el cómic, algo que siempre me gustó y me
sigue gustando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario